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La Juventud Comunista Colombiana es una organización juvenil de carácter político, democrática, revolucionaria y antiimperialista, que lucha por la unidad de los jóvenes, por la defensa de sus derechos, por la paz con justicia social, la liberación nacional, la democracia y el socialismo.

La JUCO es una organización patriótica, orientada por los principios del marxismo-leninismo,  Inspirado y recreado en las tradiciones emancipadoras de nuestro pueblo, el pensamiento bolivariano y de Nuestra América. Continúa el ejemplo de las gestas de la liberación nacional y latinoamericana.
Educa y forja a sus militantes en sus ideales para el socialismo, en la conciencia de clase, la independencia y la soberanía. Somos una organización antifascista que promueve los principios del internacionalismo y la solidaridad con los pueblos oprimidos en el mundo.
Lucha por la emancipación de la humanidad, contra la hegemonía cultural del capital, contra la dominación patriarcal y recoge el acervo liberador de quienes luchan contra toda forma de discriminación y opresión.
La JUCO es el destacamento juvenil y cantera de cuadros del Partido Comunista Colombiano (PCC) despliega su actividad en función del desarrollo y aplicación de su línea política y orientaciones en el medio juvenil colombiano.
La JUCO, como escuela del socialismo, ofrece un lugar a las y los jóvenes colombianos, con el objetivo de construir con ellos y ellas las bases de una nueva sociedad.

LA JUVENTUD COMUNISTA COLOMBIANA

Los orígenes más remotos de la JUCO son la fundación, el 17 de julio de 1932 (a sólo dos años de fundado el PCC), de la Liga Juvenil Comunista de Colombia de cuya dirección fue encargado Jesús Villegas. La LJCC fue una organización guiada por el marxismo leninismo que orientó su accionar en la construcción de sindicatos y ligas agrarias con amplia participación juvenil. Realizó dos congresos sin que se tenga mucha más documentación. Las condiciones de persecución y clandestinidad de los comunistas colombianos llevaron a que se disolviera completamente en el PCC.

HISTORIA DE LA JUCO

La actual JUCO se fundó el 1 de mayo de 1951 como Juventud Comunista de Colombia, efectuando su I Conferencia bajo la clandestinidad. Durante la dictadura de Rojas Pinilla, tanto el PCC como su Juventud, fueron ilegalizados. El 9 de junio del 1954 el militante de la JCC Helmo Gómez Lucich, peruano de nacimiento y estudiante de la Universidad Nacional, cae en las calles de Bogotá fusilado por el Batallón Colombia mientras protestaba por el asesinato el día anterior del también estudiante Uriel Gutiérrez. Junto a Gómez Lucich caen también Álvaro Gutiérrez, Rafael Chávez, Hernando Morales, Hernando Ospina, Jorge Chía, Jaime Pacheco, Higo León, y Jaime Moor. En su memoria se conmemoran los 8 y 9 de junio como Días del Estudiante Caído. El 8 de julio del 1954 estudiantes comunistas y liberales crean la Federación de Estudiantes Colombianos, con amplia influencia de la JCC, que dirigirá las luchas estudiantiles contra el régimen.


Entre 1956 y 1959 se realizan los tres congresos de la Unión Nacional de Estudiantes Colombianos (UNEC) que originalmente unía a liberales y comunistas, pero que quedará finalmente bajo la batuta de la JCC. En 1959 se realiza el I Pleno Nacional de Dirigentes de la JCC, orientado a la reorganización y constitución orgánica de la Juventud Comunista y a la ampliación de la influencia nacional de la misma. Desde este Pleno se popularizó el nombre de JUCO para referirse a la organización en lugar de JCC. En julio de 1961 se reúne en la clandestinidad la III Conferencia Nacional de la Juventud Comunista de Colombia que discute y aprueba la “Línea de Masas”. Del 29 de noviembre al 1 de diciembre de 1962 se realiza en Bogotá el I Congreso de la JUCO bajo la consigna “Por la revolución colombiana organicemos la juventud”, siendo elegido secretario general Manuel Cepeda Vargas.


Para 1963 se reúne el I Congreso Nacional Universitario, que funda la Federación Universitaria Nacional (FUN), donde los militantes de la JUCO tienen amplia representación. En 1964 la JUCO realiza una campaña nacional de solidaridad con la resistencia campesina del Tolima, en donde pone también su cuota de sangre: Habacuc Trujillo y Hernando González Acosta son abatidos por las balas oficiales.


El V Pleno del Comité Central de la JUCO en 1965 expulsa de su interior a los llamados “fraccionalistas” (Francisco Garnica y Fred Kaim entre otros) que defendían las tesis del Partido Comunista de China sobre la situación internacional. Los expulsos fundarán en 1965 el Partido Comunista de Colombia – Marxista Leninista.
El 11 octubre de 1966 se realizó el II Congreso de la JUCO cuyo lema fue “Ganar y organizar la juventud colombiana para las luchas revolucionarias” en donde se insistió en la necesidad de proletarizar” las filas de la organización dado que la mayoría de la militancia la constituían estudiantes.


En la década de 1970 la JUCO se fortaleció en los distintos espacios estudiantiles y agrarios e impulsó sin mucho éxito la Federación Obrera Juvenil (FOJ) como espacio para la juventud trabajadora. Militantes de la JUCO impulsaron la lucha por la vivienda digna con la Central Nacional Provivienda (CENAPROV).


Para la década de 1980 la JUCO impulsó el trabajo juvenil unitario en la Unión de Jóvenes Patriotas, que agrupaba a las juventudes de la Unión Patriótica. El genocidio político contra la UP y el PCC afectó fuertemente a la Juventud Comunista: cuadros destacados como Jesús García, Vladimir Cañón Trujillo, María de la Concepción Bolívar, Irian Suaza y muchos más, fueron asesinados o desaparecidos.


La caída del “socialismo real” y la crisis del PCC afectaron fuertemente a la JUCO. Para 1991 cerca de la mitad de su Comité Ejecutivo Central renunció a la militancia y varios regionales dejaron de existir. Se inició una ardua labor de reconstrucción confirmada por el VIII Congreso (“Por el derecho a ser Joven”, septiembre 18 al 20 de 1992) y que durará hasta el IX Congreso.


La labor reconstructora y unitaria permite la realización de la Asamblea Nacional de Estudiantes Universitarios (Abril 6-10 de 1995) en la Universidad Nacional, donde participan cerca de mil estudiantes de todas las universidades del país. El esfuerzo de reconstrucción del trabajo de la JUCO en el sector estudiantil converge en un trabajo de masas, abanderado por la unidad y la lucha social, 
enfocando en el sector estudiantil universitario y secundarista, así como en el sector de jóvenes  campesinos,  jóvenes trabajadores y jóvenes de las zonas urbanas.


El X Congreso realizado en 1999, declara la estabilización de la organización. El XI Congreso (“Jóvenes por una Patria Nueva”, noviembre 8-11 de 2002) presentó la Plataforma Juvenil por la Patria Nueva, orientada a la unidad juvenil democrática y basada en siete puntos (unidad juvenil para los cambios democráticos, contra el imperialismo y el militarismo, por el derecho a la organización y participación juvenil, por educación pública y vida digna para la juventud, por las reivindicaciones culturales deportivas y culturales, por oportunidades para los jóvenes del campo, y contra todo tipo de discriminación) que orientaron la participación de la JUCO en los espacios juveniles del Frente Social y Político.


El XII Congreso (“La unidad nuestra bandera, la revolución nuestra lucha”, diciembre de 2005) mantiene la Plataforma Juvenil por la Patria Nueva vinculándola con las nuevas perspectivas unitarias del PCC.

HISTORIA DE PLUTARCO ELIAS RAMIREZ

En el municipio del Patía, cabecera municipal de El Bordo, departamento del Cauca, en la república de Colombia, el 17 de abril de 1933 nació Plutarco Elías Ramírez, escritor y poeta, hijo de Mariano Ramírez y Ernestina Córdoba.

Plutarco Elías, se desplaza a Popayán a estudiar, primero en la escuela privada de Roberto Casas, luego en la escuela San Camilo regentada por los Hermanos Maristas. (Es una insistente casualidad, pero quienes fueron orientados, en su niñez por estos cultores, en su edad madura practicaron la rebeldía. Pasó con Plutarco Elías Ramírez.) Hizo sus estudios secundarios en el Colegio Champagnat, en el Liceo de La Universidad del Cauca y finalmente los culminó en Bogotá.

La obra poética de Plutarco Elías Ramírez está llena de desgarramientos por la época convulsionada que le tocó vivir: las décadas de 1940 y 1950 que asediaban con violencia los campos colombianos.

En su libro Lo que me dijo el pueblo, exalta el dolor de vivir, canta a la vida y hace la denuncia por el enfrentamiento fratricida en Colombia. Plutarco Elías Ramírez, adopta el discurso y sigue el camino trazado por los poetas Pablo Neruda, Maiacovski, Miguel Hernández, Walt Witman y Nicolás Guillén en contra de las guerras. Un poema lo expresa:



Un día me fui



Un día me fui de la ciudad dejando

las suelas de mis zapatos hechas polvo

sobre las calles.

Me fui cayendo a trozos y rodando.

Dejé lo que no tuve y lo vivido.

Me fui de mi mismo y de mi cuarto.

Dejé las tardes en su sitio, andantes.

Dejé las noches, agrias de candela.

Y me quedé con mis impulsos grandes,

mi barba roja y mi ruda corteza esperanzada.

Me fui desde la amada desamada.

Desde mi sexo amargo.

Y me llevé mis garras tempestuosas

y mi hambre caminante y agrietada.

Me fui desde el pasado y el presente,

con mi sola esperanza atormentada,

a vivir una vida grande y dura,

a morir una muerte dura y grande.

¡Vivir entre mi pueblo, aunque a piltrafas!

¡Morir junto a mi pueblo, aunque de rastra!


Plutarco Elías Ramirez, el poeta bordeño, vivió en eterna búsqueda y en permanente rebeldía. Escribió y publicó en 1960 su poemario, Amor entre las calles; luego, escribió sin publicar Soledades Urbanas, Cantos de la soledad y Colillas. Perseguido y encarcelado, se asila en Cuba donde estudia Filosofía y letras; continúa su labor de escritor en forma profesional y elabora una monografía sobre Colombia. La muerte aparece un 23 de noviembre de 1968; lo sorprende sin avisar. Para ese instante, Plutarco Elías Ramírez había escrito

Tu adiós

Amada:

Para el día en que dejes de amarme

¡niégame hasta el recuerdo!

Se implacable mi amor.

quítame todo,

no me des ni un suspiro de adiós,

ni un bondadoso segundo de silencio,

ni una lágrima apenas de limosna.

El día en que te vayas para siempre

no vuelvas la cabeza siquiera,

échate tierra en los ojos

y lunas y mordazas,

para no saber ya cómo me quedo.

El día en que te arranques de mis brazos

no me pidas permiso,

ni me ofrezcas adioses,

ni consueles mi angustia,

ni me demuestres futuras esperanzas.

Mirando alto, tan sólo,

ándate pronto,

muy dueña de tus pasos.

Amada:

Para el día que ya no me quieras,

niégame hasta el recuerdo,

mátame hasta en la sombra,

¡y ándate tan sólo!



por: Victor Lopez Erazo

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